Polanco
Domingo a la tarde en Polanco. Elegimos la esquina con algunas dudas, porque no pasaba casi nadie. Buscamos un refugio al sol capitalino, nos sentamos. No tuvimos que esperar mucho. Los cuentos no pasaron desapercibidos. Las hojas se agotaron con rapidez. Cuando nos alejábamos nos dimos cuenta: habíamos estado en la esquina de Horacio y Alejandro Dumas.